A sus 13 años, Keyler José Nieto Gómez ha enfrentado uno de los retos más grandes de su vida: un diagnóstico de leucemia aplástica que afectó gravemente su salud.
Cuando parecía que todo se oscurecía, su hermano mayor, Kleyber, tomó la decisión más valiente: donar células de su médula ósea para darle a Keyler una nueva oportunidad. Un sacrificio lleno de amor fraternal que no solo salvó su vida, sino que demostró que la unión familiar puede mover montañas.
En medio de este proceso, Keyler y su padre llegaron a Casa Ronald Cali, donde encontraron más que un lugar para hospedarse: un espacio para descansar, recuperar fuerzas y compartir momentos de alegría en medio de la incertidumbre.
Allí, Keyler descubrió que incluso durante los tratamientos más difíciles, aún hay tiempo para ser niño:
“En la fundación hay diferentes espacios que permiten que todos los niños de diferentes edades pasemos tiempo de diversión, personalmente me gusta estar en el área de los computadores y compartir con algunos niños de la fundación”, nos cuenta con una sonrisa.
La historia de Keyler y Kleyber nos recuerda que la vida se sostiene en los gestos de amor más sencillos, pero también más poderosos: el sacrificio de un hermano, la fuerza de un padre y el acompañamiento de un hogar lejos del hogar que los acoge en los momentos más duros.
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