Yanehiris Shaddai Hernández es una niña de apenas 3 años que ingresó al Hospital Simón Bolívar el pasado 17 de marzo por un diagnóstico de neumonía. Su madre, también llamada Yanehiris Borges, ha estado con ella en todo momento, enfrentando juntas uno de los retos más duros que puede vivir una familia: la enfermedad de un hijo pequeño.
Desde el inicio, Yanehiris madre asumió el rol de acompañante permanente. Cada día fue una montaña rusa de emociones: el miedo por el diagnóstico, la incertidumbre del tratamiento, la falta de descanso. Pero en medio de esa tempestad, encontró un lugar que le brindó contención, calor y apoyo real: la Sala Familiar del 5.º piso.
Allí, pudo hacer cosas tan necesarias como calentar alimentos, tomar bebidas calientes, ducharse y usar la lavandería. Lo que para otros podría parecer rutinario, para ella representó un acto de resistencia y autocuidado. Tener acceso a estos servicios le permitió cuidar de sí misma para poder seguir cuidando de su hija con fuerza y amor.
Más que un espacio físico, la Sala Familiar fue para Yanehiris un oasis en medio del hospital. Un espacio donde se sintió vista, escuchada y acompañada, donde no solo se atendieron sus necesidades prácticas, sino también emocionales. En medio de una experiencia médica exigente, pudo sostener a su hija gracias a que ella también fue sostenida.
La historia de Yanehiris madre e hija es un reflejo vivo del Cuidado Centrado en la Familia: un modelo donde se reconoce que la recuperación del niño también depende del bienestar de quien lo acompaña.